Habia en mi pueblo un hombre tan rico que estaba obeso de avaricia y desnutrido de humanidad, flaco de conciencia, delgado de eso que llaman generosidad. Vivia constantemente contando su riqueza, moneda tras moneda, buscando acumular mas, no gastaba ni en putas y eso es decir demasiado, cuando murió quizo llevarse toda su fortuna y fue enterrado con todas su monedas, al final creo que solo le alcanzó para llevarse su avaricia, haciendo el unico gesto generoso que le conoci, nos dio la oportunidad de abrir su tumba y comprar vino para no brindar a su salud.
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Franck
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