miércoles, 21 de abril de 2010

El hombre de la pipa

Un hombre encendiendo una pipa mientras contempla desde el portal la oscuridad que lo cubre todo, las afueras de la ciudad permiten oir los grillos y contemplar las estrellas, parece irreal cuando llegas y te topas con la noche y sus silencios, la noche y sus ruidos, atras quedan los autos, las agresiones, las prisas, los problemas, aqui simplemente estan mi mecedora, mi pipa y la noche que todo lo embarga.
Hace tiempo renuncie a la idea de tener un perro, simplemente porque por mis constantes viajes muy seguramente moriria de hambre o enfermedad y una muerte mas sobre mi conciencia seria demasiado, bastante tuve ya en la niñez con la de dos loros, una tortuga y un hamster, una estela tragica me persiguio.
Cada bocanada de humo me hace pensar en las estrellas, tintileantes, como si emitieran musica para los ojos, el dia no fue ni bueno ni malo, simplemente fue el dia, los compromisos mas importantes se cumplieron, los que no eran prioridad se dejaron para cuando lo sean, una pesima manera de administrar, pero a veces el tener control de todo es contraproducente, la confianza siempre ha sido mi peor enemiga.
Un perro ladra a lo lejos, el viento sopla tenue pero frio, se antoja un cafe y una pieza de pan como cena, no es bueno comer demasiado antes de ir a la cama, delicioso si fuera acompañado, pero no tengo esa fortuna, a la mente me vienen historias que se han ido y que simplemente se volvieron recuerdos que uno gusta de sacar en noches tranquilas como estas, es mejor entrar, quizas una ultima bocanada de humos y luego a hacer cafe y partir el pan de ajo para untar con mantequilla.
La noche es larga y los grillos no cesan en su constante batalla de arrullar a todo escucha involuntario y voluntario como yo.

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